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Authors: Alfredo Grimaldos

La CIA en España (34 page)

BOOK: La CIA en España
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La ambigüedad de esa fórmula —sin precedentes en los acuerdos que mantiene Washington con otros países— permite, en la práctica, que los agentes estadounidenses puedan investigar, según su criterio, no sólo a sus compatriotas, sino también a ciudadanos españoles o de terceros países, siempre que se sospeche que sus actividades puedan afectar a personal o bienes estadounidenses. Todo ello sin ningún control de las autoridades españolas. La revisión del acuerdo defensivo con Estados Unidos, firmada por el Gobierno de Aznar y aceptada por el PSOE, incluye otra novedad: la autorización de una «unidad de tierra, mar y aire», que se trata, en realidad, de un equipo SEAL (Sea, Air, Land), una unidad de élite de la Marina norteamericana especializada en operaciones clandestinas. De este modo se otorga a los servicios de información estadounidenses carta blanca para desarrollar todo tipo de actividades encubiertas en nuestro suelo. Como las que se descubren en 2005: los vuelos secretos de la CIA, con escala en aeropuertos españoles, para trasladar a prisioneros de guerra hasta centros clandestinos de tortura distribuidos por varios países del mundo.

La falta de control con la que actúan los servicios de inteligencia de la Marina y la Fuerza Aérea de Estados Unidos queda ilustrada elocuentemente con el caso del marine Federico Pimienta-Perdomo. Condenado en rebeldía a doce años de cárcel por el homicidio involuntario de un compañero en Afganistán, este militar estadounidense de origen uruguayo es capturado el 15 de febrero de 2006 en San Fernando (Cádiz), conducido a la base de Rota y trasladado al día siguiente, en un avión militar, a la base de Kelly, en Texas, sin que en ningún momento intervengan las autoridades policiales o judiciales españolas y ni siquiera se les notifique el caso.
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En abril de 2006, Amnistía Internacional da a conocer un informe titulado «Por debajo del radar: vuelos secretos hacia la tortura y la desaparición», en el que se documenta que al menos 114 vuelos clandestinos de la CIA han utilizado el espacio aéreo europeo. En ese dossier se señala a España como uno de los principales lugares de tránsito de esa macabra caravana aérea. Ante la demanda de información del Consejo de Europa en relación con los vuelos de la CIA, el Ministerio de Asuntos Exteriores español reconoce que una treintena de aviones fletados por los servicios de inteligencia norteamericanos han hecho escala en aeropuertos españoles entre 2002 y 2005. Resulta inverosímil que el Gobierno de Aznar o el de Rodríguez Zapatero no hayan estado al tanto de esas operaciones. Dick Marty, senador suizo a quien el Consejo de Europa encomienda investigar las actividades de la CIA en territorio europeo, considera probados, en su intervención del 24 de enero de 2006 ante la Asamblea de esta institución, los secuestros de sospechosos de terrorismo en Europa por parte de los servicios secretos de Estados Unidos y la «subcontratación de la tortura», mediante el traslado de los detenidos a países donde los supervivientes denuncian haber sido interrogados brutalmente. Marty sostiene que más de un centenar de vuelos de este tipo han efectuado escalas en Europa, en su rumbo hacia Guantánamo, Irak y Afganistán. Y además, considera «altamente improbable que los gobiernos europeos o al menos sus servicios de inteligencia no estuvieran al corriente» de estas operaciones.
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El caso más significativo es el de Hasan Osama Mustafá Nasr, «Abu Omar», secuestrado en 2003 por la CIA en Milán, cuando estaba siendo vigilado por los servicios de seguridad italianos en el marco de una operación antiterrorista. Según Marty, «es inimaginable que 25 agentes de un país extranjero puedan venir y llevarse a alguien a otro país europeo para luego transportarlo a Egipto». El senador suizo llega a la conclusión de que la CIA mantiene «una logística muy compleja en el conjunto de Europa y dedica un personal considerable a esta labor». La sombra de la red «Gladio» no desaparece.

Otro episodio muy representativo es el secuestro en Macedonia del ciudadano alemán de origen libanés Khaled al Masri, «capturado erróneamente» por la CIA con la colaboración de los servicios secretos alemanes.
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Masri es trasladado, en un avión que hace escala en Mallorca, a la base estadounidense de Bagram, en Afganistán. Allí sufre sistemáticas sesiones de tortura antes de quedar en libertad, varios meses después, sin que jamás se lleguen a presentar cargos contra él.

La identificación de las matrículas de tres de los aparatos más utilizados por la CIA para sus traslados y «entregas» de prisioneros, un Boeing 737, un Gulfstream IV y un Gulfstream V —la lista es de al menos 27 aviones— facilita la tarea de rastrear su paso por distintos aeropuertos.
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Ya se han detectado alrededor de mil escalas en países de la Comunidad Europea. El mayor porcentaje de ellas en Alemania y el Reino Unido. Las víctimas son trasladadas a centros de tortura clandestinos de la CIA en Afganistán o Irak, independientes de las bases militares estadounidenses, a la base de Diego García, en el océano índico, a Guantánamo o a prisiones de Egipto, Uzbekistán, Siria, Jordania, Marruecos, Yemen, Arabia Saudí, Indonesia o Tailandia.

Pero los gobernantes españoles se niegan a reconocer la evidencia. El 15 de noviembre de 2005, el ministro de Defensa socialista, José Bono, todavía declara en el Congreso: «No tenemos ninguna prueba, ni siquiera un indicio, de que se hayan producido actividades ilícitas o, mucho más, típicas desde el punto de vista penal. No estoy en disposición de poner en la picota a un Gobierno que es amigo y aliado por suposiciones o rumores».
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Poco después, se hace público que un documento del Servicio de Información de la Guardia Civil, del 12 de abril de 2005, ya alertaba sobre las escalas de dos aviones de la CIA en el aeropuerto de Los Rodeos-Tenerife Norte. En ese informe se apostillaba: «Gente del CNI también hicieron gestiones al respecto».
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Además, se denuncia que aviones Hércules españoles destacados por el Gobierno de Aznar en Manás (Kirguizistán), desde febrero de 2002 hasta junio de 2003, en el marco de la Operación Libertad Duradera, dirigida por Estados Unidos, han sido utilizados para trasladar prisioneros. En marzo de 2006, fuentes del Ejército del Aire admiten que no pueden dar una respuesta clara sobre este asunto, pues los manifiestos de carga de esos vuelos sólo reflejan la identidad de una pequeña parte de los 5.120 pasajeros que fueron transportados en Afganistán y países limítrofes.
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Matías Valles, redactor del
Diario de Mallorca
, despliega en el Parlamento Europeo una batería de evidencias acerca de la estancia, en más de cuarenta ocasiones, de aviones del espionaje estadounidense en Palma de Mallorca. En su comparecencia del 20 de abril de 2006 señala que las investigaciones que ha realizado, publicadas en decenas de artículos de su periódico, le permiten establecer que Mallorca se convirtió en base operativa de la CIA para trasladar a prisioneros hacia países en los que se practica la tortura. El periodista considera, además, muy poco probable que el trasiego de decenas de agentes norteamericanos por la isla, en meses de invierno en los que escasean los turistas, pasase inadvertido a los ojos de las autoridades españolas. «Es tan probable como que hubiera un Ferrari aparcado durante días en el periódico y nadie se diera cuenta», afirma Vallés.
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El Gobierno de Rodríguez Zapatero reconoce que en 2004 se efectuaron un total de 138 escalas de aviones oficiales de Estados Unidos en el aeropuerto palmesano, según datos del Comité Permanente Hispano-Americano. Excepto algunos cazas de combate y cargueros, la mayoría eran aviones privados que operaban bajo el flete de agencias gubernamentales. En 2002, tras el 11-S, Palma tuvo 373 vuelos amparados por el Gobierno norteamericano. Desde 1999 hasta 2005 se produjeron 1.682 escalas de este tipo.
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Y en un informe de Amnistía Internacional hecho público el 5 de abril de 2006 se señala que los aviones de la CIA también han hecho escalas en Málaga y Barcelona.

El secretario general del Consejo de Europa, Terry Davis, critica duramente a España por su respuesta sobre los vuelos secretos de la CIA y señala que el informe enviado a Estrasburgo por el Ministerio de Asuntos Exteriores no aclara satisfactoriamente si funcionarios españoles participaron en el secuestro y traslado de sospechosos de terrorismo. «Mientras que la mayoría de los Estados miembros tienen mecanismos para supervisar las actividades de las agencias de espionaje nacionales así como la presencia de policías extranjeros en su territorio, casi ningún país, con la clara excepción de Hungría, tiene leyes que contemplen la vigilancia de las actividades de los espías extranjeros en su territorio», afirma Davis.
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Además, el secretario general del Consejo de Europa recomienda no confundir inmunidad con impunidad en el caso de los espías acreditados como personal diplomático o consular. La embajada de Estados Unidos en Madrid continúa siendo un nido de espías, como en los tiempos de los jefes de estación Roland E. Estes, Néstor D. Sánchez o Richard Kinsman.

El informe remitido el 10 de junio de 2005 por la Guardia Civil a la Fiscalía del Tribunal Superior de Baleares, con los resultados de la investigación realizada sobre diez vuelos, supuestamente utilizados por agentes de la CIA, que hicieron escala en el aeropuerto de Palma de Mallorca, acredita que decenas de los ocupantes de los aviones tenían estatus diplomático.

Desde el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha detenido a ochenta mil personas en prisiones clandestinas dispersas por una veintena de países. Actualmente, catorce mil quinientos sospechosos permanecen retenidos sin cargo, en nombre de la guerra contra el terrorismo, en los llamados «agujeros negros» o en cárceles secretas. Sin hablar de los desaparecidos, cuya cifra se desconoce y que The
Washington Post
. cifra en un centenar. En octubre de 2005, el Departamento de Defensa norteamericano desclasificó 44 autopsias de prisioneros muertos durante su detención en recintos clandestinos bajo control norteamericano. Ocho de esas muertes se describen como resultados de interrogatorios (estrangulamiento, asfixias, heridas) llevados a cabo por agentes de la CIA y fuerzas especiales de la Marina. Los otros fallecimientos se atribuyen a «enfermedades cardiovasculares».
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El 2 de noviembre de 2005,
The Washington Post
se hace eco de las acusaciones de la organización Human Rigths Watch y señala: «Las prisiones secretas en Europa del Este, las técnicas extremas en los interrogatorios, las fortalezas volantes para trasladar a sospechosos de terrorismo, los asesinatos de supuestos miembros de Al Qaeda con misiles lanzados desde aviones Predator... Todas esas acciones de la CIA forman parte de un programa conocido en clave por las siglas GST, que está considerado como el mayor despliegue de operaciones clandestinas desde la Guerra Fría».
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Robert Baer, ex oficial de la CIA implicado en acciones encubiertas en Oriente Medio durante veinte años, explica cómo funciona el sistema de vuelos clandestinos de la Agencia: «Cogemos a un sospechoso o lo arreglamos para que uno de nuestros países socios lo haga. Entonces, es enviado en un transporte civil a un tercer país, donde, no nos llevemos las manos a la cabeza, utilizan la tortura. Si quieres un buen interrogatorio, lo envías a Jordania. Si quieres que lo maten, a Egipto. En cualquier caso, EE.UU. no puede ser culpado porque no hace el trabajo sucio». Baer es autor del libro
Soldado de la CIA
,
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en el que está basada la película
Syriana
, dirigida por Stephen Gaghan e interpretada por George Clooney.

«Lamento que estén frustrados», manifiesta Javier Solana, alto representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, tras el interrogatorio al que le somete, el 2 de mayo de 2006, la Comisión del Parlamento Europeo que investiga las actividades de la CIA.
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Poco después de que esa comisión concluya que la Agencia ha realizado más de mil vuelos clandestinos en Europa. «Los gobiernos tienen a veces buenas razones para creer que alguien es un peligroso terrorista, pero puede que no tengan pruebas que se sostengan ante un tribunal. Con nuestros aliados norteamericanos compartimos la convicción de que el terrorismo es una amenaza real y se necesita una acción dura»,
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declara Solana, que da por buenas las explicaciones oficiales de la secretaria de Estado norteamericana, Condolezza Rice, en las que niega la existencia de esos vuelos y la práctica de torturas por parte de la CIA para obtener información. «Yo pongo todos los medios a mi alcance para que los derechos humanos sean respetados en todo el mundo», asegura Mister PESC.

Vuelos clandestinos, redes permanentes de escucha, operaciones encubiertas... La CIA continúa trabajando a su antojo en España, después de sesenta años de permanente actividad en nuestro suelo. Robert Baer se lamenta de que, durante los últimos años, los responsables de la CIA hayan confiado demasiado en la tecnología y hayan descuidado el «elemento humano»: «La única manera de obtener información es tener la voluntad política de permitir que quienes saben averiguar secretos hagan su trabajo, por turbias que sean las aguas del pantano».
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El general Michael Hayden, nuevo director de la CIA, acaba de declarar que un importante contingente de hombres de la Agencia va a reforzar la actuación de sus efectivos ya desplegados en Europa. La embajada estadounidense de la calle de Serrano espera la llegada de nuevos inquilinos.

Notas
Introducción

1.
Citado en Area Crítica, septiembre de 1983, CIA: la estación española.

2.
Pero la transparencia de los archivos norteamericanos, como su democracia, tiene demasiadas lagunas. Se desclasifican los materiales menos comprometedores y algunos de ellos aparecen con casi todos los párrafos tachados. Por ejemplo, en un memorándum del Consejo Nacional de Seguridad, de fecha 16 de diciembre de 1969, en el que se valora la funcionalidad de las bases aéreas españolas de Torrejón, Morón y Zaragoza, en los tres supuestos de «guerra general», «guerra limitada» y «tiempo de paz», se puede leer: «Los informes militares señalan que las tres bases aéreas españolas se han convertido en menos importantes, menos centrales, para la postura estratégica de Estados Unidos desde la década de los años sesenta, cuando los bombarderos B-47 fueron sustituidos. Hoy, en el caso de una guerra general, Zaragoza proveerá de apoyo e infraestructura para poder repostar una flota de aparatos 12 SAC, y Torrejón y Morón recibirán un combinado total de 74 bombarderos estratégicos. Estas dos últimas bases ayudarán en operaciones de recuperación y reciclaje». A continuación, queda claro que la base que de verdad les sigue interesando es la de Rota, pero intentan ocultar su opinión sobre las excelencias de la bahía gaditana: todo el resto del documento está tachado.

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